Qué es lo que hay que tener en cuenta a la hora de elegir un suelo laminado
En el mercado existe una clasificación errónea de los suelos laminados que sólo hace referencia a la resistencia a la abrasión del producto, es decir, a la resistencia al desgaste. Esta clasificación puede ser AC6, AC5, AC4, etc, dependiendo del grado de desgaste que soporte.
En realidad, esta clasificación no tiene nada que ver con los estándares de calidad del producto, ni mucho menos con su resistencia al impacto o al rayado, es decir, a su dureza, característica que se analiza con el test de Brinell.
Los suelos laminados se distinguen por el tipo de uso al que va destinado, ya sea doméstico o comercial, y el grado de utilización, que puede ser moderado, general o intenso. Para ello, se realizan 7 ensayos en laboratorio, entre los que se encuentran el test de Taber, que mide la capacidad de abrasión del producto
Estos test son:
- Resistencia al impacto
- Resistencia al manchado
- Resistencia a la quemadura de cigarro
- Efecto de la pata de un mueble
- Efecto de una silla de ruedas
- Hinchazón del grosor
En función de los resultados obtenidos, lo norma agrupa a los suelos laminados en categoría 21, 22 y 23 si es para uso doméstico, y 31, 32 y 33 si es para uso comercial. Por ejemplo, un suelo mal llamado AC3 sería un suelo 31 en uso comercial moderado y 23 en uso doméstico intenso.
Por lo tanto, a la hora de escoger un suelo laminado, en ShoWood recomendamos que es más relevante elegirlo en función de su grosor (cuanto mayor grosor, menor reverberación del sonido), su formato (anchura y longitud de la lama), calidad y resolución de la foto y el papel, textura y acabado del overlay, etc, que simplemente basar nuestra elección en la resistencia a la abrasión, es decir si es AC4, AC5, etc.